Índice - De dragones y miserias - tapa del libro

 





Índice





7 - Como un prólogo

9 - De dragones y miserias

11- Desertores del sistema

13 - Amantes del absurdo

14 - Desvaríos a la hora del té

16 - La Señorita Maniatada

19 - La desazón

21 - La legionela

27 - Derivadas

29 - Perjurio y perfidia

32 - Superluna de nieve

34 - Comentario

37 - Apología del suicido

42 – Griegos y romanas

43 - Oda al sánguche de salame y queso

46 - Hay muertos demasiados

49 - Seat 600

51 - Ola de mar. Hola

53 - Profanaciones

55 - Lo que mis libros cuestan

57 - Anónimos en la red

62 - León herbívoro

63 – El asno de Buridán

67 - Las penas son de nosotros

69 - Sub

71- La lluvia

73 - Por ejemplo, la palabra himno

75 - El punto de fusión

80 - Leyes argentinas

82 - Nada ni nadie

85 - El cajón cerrado

88 - El Jardín de las Delicias

89 -Nueva Orden Mundial

93- Vana gloria soez

97 - Humildad satánica

103 - Ningún hombre es una isla

106 - La máscara

111 - Si no existieras, Amor

116 - No mezclarás carne con pescado

120 - Pantomima

122 - Los juegos infantiles

127 – Utopías

128 - Pecados








Tapa desplegada Imprenta De dragones y miserias - Lucía Angélica Folino











Pecados




Pecados







La sopa de vitina,

el humo del churrasco, 

la coca cola light 

y el vino tinto.


La pulsión de erigirse en la miseria 

socava la matriz y la desgasta 

omo una rueca al trasto viejo. 



No hablaré de amapolas ni heridos crisantemos. 

Repruebo traicionarme admitiendo concesiones 

ridículas, infames o arbitrarias.


No someteré el perfume al olfato 

que les es esquivo. 



Me atengo a circunstancias de lombrices

igual que una sinfónica que ha perdido el rumbo.


Si yo antes de nacer fui un gato negro 

y después de parir, un pez marino, 

abyecto y anegado por la peste, 

convoco a los estrados a las Musas, 

sentencio y dictamino su hecatombe.


A partir de una errática palabra, 

desapacible o tierna,

se edifica el poema.


Los pecados se pagan en esta vida 

y a eso no hay con qué darle.

Utopías



Utopías



Explícame, por favor, la Utopía;

esa especie de accidente de la libertad extasiada, 

apenas perdida de vista por la emoción del aplauso.

Explícame el territorio que ocupan 

el real y el absurdo,

vago punto de apoyo consternado 

que no deja de mirarnos a los ojos

y va creando una obra de arte casual 

con nuestros cuerpos de barro y agua.

Serán menester muchos escultores sin cabeza, 

con vigor y dignidad de consagrados

para arrojar los pedazos al río 

cuando esté seca la tinta

que nos cubra y nos desnude 

por segunda vez.


Juegos infantiles

 

Los juegos infantiles

 

 

 

 

 



-Veo-veo... 



- ¿Qué ves? 



- Una cosa 

- ¿Qué cosa? 



- Maravillosa 



- ¿De qué color? 



- Rosa - 



¿Podrías decir su nombre? (juego infantil )

 

 

Wifredo dijo:

 

"Dadme, señor, un blasón para mi escudo"


 

 

 

 





No perteneces

por una sencilla razón:

No perteneces.

No hará falta que te busques.

No estarás.

No te encuentran.

No te ven

aunque te hayan visto. 


Remaneces tal Águila de Patmos

para mirar al sol en la amargura

y desfalleces,

por violencia imperial

de una Reina Castellana,

en el turbio ostracismo de la lengua.


Este tiempo no es tuyo.

La soledad te acorrala.

Se nutren con tu sombra

cimbreante o inflexible

yugo y flecha,

pan y vino.


Bullentes como esclavos en el Purgatorio

te hostigan y persiguen

toros y espectadores,

temblores y huracanes.


Poesía debe ser

tomar riesgos y asumir las responsabilidades.

Elijo para hoy

una definición jurídica,

(por el carácter deontológico de lo que debiera ser)

y el coro está contento.


Ah... las redes sociales. 

Anodinas y extravagantes.

¿Qué haríamos sin ellas?


Cualquier parecido con la realidad

no es mera coincidencia.

Leer un poema

sin la biografía del poeta

es algo abstracto

que excede nuestra capacidad

para elogiar o callarlo.


Tratamiento terapéutico de Martes:

Recién cumplido.


La guerra es la guerra.

A veces,

la Poesía es un chiste malo.



Pantomima


Pantomima




Estaba ella tendida en el vacío, 

cuando llegó a trocarse en esperanto 

sobre un filo con órdagos de calle,

la dura realidad de pantomima. 

Esta que ves, espejo tenebroso, 

irradia apenas muecas del pasado.



El reflejo es sagaz y hasta inhumano 

cuando atasca los ojos de la parva 

sobre un tórrido velo de paisajes, 

poblados de borrachos sin cogote, 

que deniegan aquello que más callan: 

No hay horizonte sin cicatriz agria.


Y espera, como esperan lo que esperan, 

las fotos que serán, las que no han sido, 

el tono de una voz hecha pedazos,

el verbo confesor, volatinero, 

la infiel caricatura timorata,

los sueños por vivir y los vividos.


No comerás carne ni pescado

 

No mezclarás carne con pescado 




THE WHO







Dicen sus Majestades Británicas

a través de sus aves de rapiña de turno, 

que

(según la definición de la Real Academia Española)

la inclinación erótica entre individuos de un mismo sexo

es una elección, un acto volitivo, 

no una enfermedad psicológica. 



OMS. OMS.


Alegan además, que vivimos en “pandemia” 

de influencia porcina o süina

mas evitan discutir sobre sus marranos preceptos 

de tiranías ávidas de capar puercas omnívoras 

de apellido itálico,

que arruinan con su pastoreo 

apabullantes negociados del imperio 

(Lu: no aclares que oscurece).


OMS. OMS.


Yo arguyo que están mintiendo, 

manipulando a su antojo los barbijos

de victimarios y rehenes de las grandes ligas.


Yo digo que están sangrando por la herida narcisista: 

que ser homosexual no es ser gay o alegre.

Es una discapacidad emocional 

y merece más respeto.


OMS. OMS.


Los personajes a sueldo, 

prohombres o insignificantes damas 

quizás de sexo femenino,

que ni pro ni contra son, 

saben mejor que nadie que 

a las mujeres se las domina penetrándolas,

y a los hombres, sodomizándolos.


OMS. OMS.


Estos mandatarios fornicantes con cuerpo ajeno 

exhiben sus rancias neurosis de impotencia mental. 

Nunca saciarán, sin embargo,

su ego,

ni la sed de dominio esclavista de la civilización


(de la que esperan un milagro: 

sobrevivirla).

Están en la cuerda floja

y tambaleando de miedo…


OMS. OMS. 


Por eso, embarran la cancha. 

Por eso, niegan la evidencia. 

Por eso mismo, 

van a perecer en la inopia inquebrantable. 

Pero antes, pagarán su estafa los esbirros.

Porque nos han negado tres veces

y la gallina todavía sigue cacareando.







Si no existieras, Amor

 

Si no existieras, Amor

 

 

La cacerola de oro del remordimiento”

 

Toda la batería de cocina del Santo Oficio de los Muertos”

 

Jacques Prevert.

 

 

 

 

"Estoy loco de lenguaje. Nadie me escucha. 

Nadie me mira,

pero continúo hablando, girando mi manivela".

Roland Barthes (Fragmentos de un discurso amoroso)


 



Si no existieras, Amor, 

no habría mundo.

Quienes tienden las redes cloacales, 

de gas, de agua potable,

levantan edificios impensables, 

construyen buques,

aviones, portaviones, 

marionetas, espejos, tolderías, 

habrían olvidado el compromiso;


las madrazas que cuidan de los niños 

incansables o enfermas,

las doncellas que tiemblan mientras zurcen, 

los hombres que hoy se buscan el sustento, 

los viejos que sonríen y son viejos,

no tendrían razón para estar vivos, 

para pelear día y noche contra el Ogro;

no detestarían la muerte que suprime 

y serían animales del panteón 

encasillados en jaulas naturales,

tragando la intemperie y su inclemencia.


Porque cada accionar sin tu palabra,

 cada verbo, maldito y repetido

de cada hemeroteca traspasada, 

encierra en su encuitado subterfugio

 un je t'aime, espérame que llego;

quiero estar junto a ti,

que me desees,

quiero que tu boca a mí me nombre,

que tus manos se enlacen con mis pechos, 

y digas que es de día aunque haya noche,

concierto de matices progresivos,

misales a la hora de la cena.


Entonces ves, Amor, 

imprescindible

la hechura con que lustras las herrumbres

de baterías de oro de cocina del Santo Oficio, 

remordimiento de las cacerolas fogueadas 

en Palabras de lira preexistente;

que chasqueas los dedos 

y eres dios y el demonio

de un Olimpo fulgente y terrenal.


Amor, estás y eres el ancla del ascetismo 

y la fuerza motriz de las industrias.

Tu voz incognoscible es serenata.

Tu cuerpo es un racimo de esmeraldas 

cuajadas de vapores

y tu olor el rasante de los planos, 

la presa inconfundible del sigilo

ante la radicalidad del tiempo ausente, 

y vas como un pretor de las tinieblas, 

impartiendo la fe, que aquí nos falta.

La máscara


La máscara




La máscara ha muerto,

cayó asesinada por la vestal gloriosa; 

el espectáculo de ensayos

dejó su impronta sentida, 

en redes viñaderas.



Hoy, en domingos de estadios repletos, 

el fútbol de nuestros perdidos amores 

no tiene espectador ni porrista;

el naipe del truco 

a vuelta de correo.


¿Adivinar?


Lo nuestro fue un viento azaroso, 

que nos sentenció

al fenómeno de ciudades-sugestión, 

de playas con espinas,

botellas de vidrio 

arrojadas,

en la tenebrosidad 

de durar lo que

en el estío dura la lluvia 

de la melancolía.


¿Que lo obcecado de tu permanencia 

me sorprende?

No lo sé.

Pero, lo que parecía realmente inconcebible 

(si es que se dice así),

es que dudaras de mí.

De mi continuidad,

de mis palabras fluyentes,

de mis nervios olfativos,



como si

me desalentara tu realidad 

esquizofrénica.



Has sido más tonto que cien tontos 

(que la verdad no lastima lo mismo 

que la impiadosa mentira,

lo hemos convenido en las últimas consecuencias).



Hay una hora ruidosa

en que me pediste que huyera,

que me fuera de aquí, como he venido. 

Andate, suplicaste.

Tu voz sonaba claramente del otro lado del auricular 

y sin embargo, yo no quería aceptar la derrota.


Evidente.

Luego, me dijiste lo contrario.

No te alejes de mi lado,

con lágrimas detrás del portal.


Como siempre serás un teorema para mí, 

el otro polo opuesto por mi vértice oblicuo, 

certero y matemáticamente correcto.

Tan opuesto y tan apuesto.

Apuesto que sí.

Casi una sospecha, 

una intuición feliz, 

un susto,

una verdad manipulada a mi antojo, 

una calle que se abría para siempre, 

una sensual historia de amor,

una canción a dos voces,

al alimón de sueños,

una madrugada acompañada,

un hotel con camas sentimentales, 

una pasión feroz o silvestre,

un boato o una beata,

aquel vestido lujoso al mediodía, 

una religión dogmática,

una progresión geométrica, 

una perfección en red/

trapecio/ cuadrilátero/ triangular, 

algunas rayas, un signo a la distancia. 

Fuiste todo, fuiste más que todo, 

pero casi,

desde el día en que dejamos de ser amantes 

para convertirnos en apenas

dos números binarios 

y virtuales.


No man is an island



Ningún hombre es una isla




No man is an island

John Donne.




Reclamo una lectura 

reminiscente del fuego huracanado 

como principio y fin de la conciencia,

y preguntó por qué la soledad en la vigilia 

se hace eterna

si encuentro una mirada en ciertos sueños 

que no son pesadillas ni metáforas,

que marcan que mi ser es diferente

en cada madrugada acontecida 

con bella nitidez en mis entrañas.



Descubrir al amante es esa vida 

que tiene poco y nada de ficticia, 

allí donde se mueren las palabras 

y viven los fantasmas conflictivos 

dejando dulce aroma a despedida 

violenta, impertinente,

original de avenimiento en vagas direcciones.



La mañana del día de mañana

será el amanecer de un nuevo estilo, 

un viraje secreto hacia la sábana 

destinada a negar la realidad, 

poniéndola entre cuerdas imposibles.



Allí me está esperando

sorprendida y febril

la desmemoria

del viento y del pasado omnipresente.



Ver no es fácil, tal vez, nunca se sabe. 

Seduce la locura los infiernos.

En la tarde anterior yo me propongo 

continuar mi existencia sin argucias, 

en visiones creadas por la mente 

tensada por prejuicios de retórica.


No es casual que anteanoche haya vivido 

de mi historia el romance más buscado, 

una vez que aprendiera a intuir de cerca 

que nada hay verdadero en este mundo.




Humildad satánica



Humildad satánica



A Flavio Josefo, el fariseo vespaciano.




-Y yo que solo he sido

un discreto observador, un tajante 

académico a la moda,

padre de los servicios al sistema 

y su arrogancia,

con libros editados y aclamados 

 en su pueril contenido afirmatorio, 

con pose de señor y con derecho 

de juzgar principiantes,

no entendía el detrás de su sonrisa 

de tonta enamorada de la muerte.


-¡Qué desconcierto, oh Dios, qué desconcierto!


-Hube de acercarme a la gorila, al mostro, 

al engendro de E.T. de los suburbios, 

subirme al colectivo

que circulaba raudo entre las sombras 

del vespaciano secreto,

y pude descubrir que en el reflejo 

de su voz interior y sibilina,

hay una hembraje sabio

nel mezzo del camin que ella no ignora: 

las turbias componendas de asesinos, 

los crímenes impunes de la historia.


Toma, te doy, te presto, te adelanto, 

me debes, me conviene, ¿me regalas?, 

este que es muy bueno no se crezca,

si vale logrará su cometido:

triunfar y declinar de su talento, 

ser parte de la tribu victimaria-…

- ¡Shhh!

No menciones su nombre de Papisa, 

dile musa, hechicera, fiel Penélope 

la pelota, el peluche, la kioskera.

-¿Mas, por qué no sentarla a nuestra mesa?

-Epa, amigo.

Tú entiendes de estas cosas...

Hay premios y hay fondos de Cultura, 

hay viajes en hoteles cinco estrellas, 

hay niñas que te soban y se entregan, 

artículos en diarios con sus listas

de dueños de S.A.

Con su quejido

el Planeta se convierte en un fastidio

si la dejas cruzar por esa puerta. 

Hay becas Guggenheim y Nobel, y 

dinero y más dinero:

entidades que pactan con leones, 

los llantos afiebrados de mujeres 

histéricas de tanto

avinagrar las ensaladas

a escupitajos de ácida saliva.


¿Qué ley redimiría las caídas

de Imperios de aristócratas cleptómanos?


El hijo de un Guardia Civil

de Policía, ha conseguido casarse

con la guapa heredera del cuento de las fotos 

que congelan la vida que se escapa.

En tierras de California se implantan la coleta.

Nos deben un favor aquellos tipos. 

Sin peligro. Es uno de los nuestros

Es más, es necesario.

Debemos hacer creer al vulgo imbécil 

que es la libertad quien rige sus destinos.

-¿Y a quien no nos crea?

-Diles que porque Dios es solo un mito, 

palabra religiosa, organigrama.

En la penumbra del ateo está la indulgencia, 

la sana afirmación: "No somos nada".

-Pues, no lo sé, inventaremos algo.

-Trátalos como bestias o corderos

Ya arrastrarán el traste por el piso.

No les daremos un carajo a los geniales. 

Ni falta que nos hace avivar giles.

-"Se te vuelven en contra", ha dicho el dicho.

-Y que Aquel se los pague.

Somos súcubos machos bien sabemos 

que Ella existe,

de nosotros se burla y nos reserva 

el placer terrenal de ser mortales.


Vana gloria soez





Vana gloria soez







Hay un clisé obvio y trillado, 

pedante, soporífero y

carente de sentido, que establece 

las pautas de conducta

de escritores, poetas y académicos, 

que siempre deberán

escudarse bajo ornadas bibliotecas

en manidas fotos de prensa acostumbrada 

a seguir el segmento, y entregarse

al aparente desorden de libros entre los malditos, 

con suficiente gracejo, acomodados ante

los preciados tótems de la iglesia universal del alter ego.

Latosa marcha sobre los aceitados rieles del oficio.

Armas vacías de municiones. 

Vana gloria soez.

He leído, tal vez en entrevistas, 

no me acuerdo de quien

porque el autor que hablaba no es mi amigo, 

que si algo funciona hay que dejarlo.

¿Para qué ir pretendiendo cambiar los paradigmas? 

El editor pide comida, la obra no interesa.

El mentado escritor, un novelista, 

reniega de la patria del poema

porque como es archiconocido en el mundillo 

del arte con que pagan bebidas y servicios,

la poesía no afloja y no se vende. 

Entonces, a lo suyo lo llamaron. 

Relucientes, pulidas, vemos tumbas 

en el cementerio de ideas en palabras.

Sin símbolo y sin significado, 

delicadas letras en palabras 

que solo tienen de palabras

que se llamen palabras en el diccionario de las acepciones.

Sordo estiércol enlatado en tapas esmeradas, 

con páginas que huelen a shopping mall,

con buena propaganda y muchos ecos, 

alucinógenos, narcóticos sedantes, 

con ruidos que despejan su dilema,

los convierte en Palabra Autorizada

y al fin, los lanza al cielo de lectores amainados, 

ovejas sin pancarta de futuro,

ávidos por seguir leyendo

que el asesino fuera el mayordomo,

el crimen está patas para arriba,

la viuda negra tiene nuevo amante francés,

el perro que movió la cola 

hacía de campana y se llamaba 

Ray Chandler o Black Mask

o simplemente,

que el único incuestionable sospechoso 

fuera aquel ignoto estudiante

que supo ponerle el cascabel al gato.




Nueva Orden Mundial




Nueva Orden Mundial




El mundo está ardiendo por los cuatro costados. 

Se incendia el Amazonas.

Se contaminan los mares. 

Pero vos: Quedate en casa.

El virus que te matará ya está en aire, en la gente. 

No abraces, infeliz. 

Quedate en casa.

Ser bueno es no pensar. 

Quedate en casa.

Olvidate del riesgo y de la furia

y aprendé a cocinar la masa madre.

Olvidate del puto norcoreano

que probó 20 bombas atómicas, sin miedo 

y al fin se hace Justicia.

Quedate en casa.

Te están mirando; 

controlan tus esfínteres, 

tus nervios, tus contactos.

Te están cuidando, ¿no ves?

Están lavando el pecado del afecto.

Quedate en casa, Subnormal

Yo sé lo que te digo.

Te van a castigar los poderosos.

Quedate ahí confinado

porque soy el que manda 

y quien decide: 

Te lo ordeno para que tu vidita de pobre 

dure un año más o un año al menos, 

comiendo humus de garbanzo en lata

o fideos bichados, regalados, 

comprando alcohol en gel o lavandina, 

usando mascarillas protectoras,

que no protegen un carajo,

si están hechas con zoquetes, 

con trapitos de tela mal cosidos, 

con ridículas insignias,

como un tuareg moderno y alineado 

y punto.

Sacate el antifaz de pertenencia.

Nadie quiere escucharte. Oídos sordos.

No van a permitirte que te rías. Tapabocas. 

Es molesta la risa del ingenuo.

El ruido intolerable en dictadura. 

Quedate en casa, infeliz.

Quedate en casa mientras 

ves al colectivo

llevarse tus pocos bienes materiales y tu honra.

Nosotros haremos un motín 

como los presos,

para exigirle a Dios que nos libere

del virus, del infarto, el asteroide. 

Pero vos, quedate en casa.

Sé obediente.

Tal vez el funcionario oportunista, 

intermediario fiel de tu clausura, 

reconozca tu hacer quedarse en casa, 

tu ilustre difusión de la vergüenza,

tu adulterio caliente y a escondidas 

porque es tiempo de Reyes sin Corona, 

sin razones, con sangre si hace falta, 

de la tuya, infeliz, y de la nuestra.

Vos dale juego al relato por la tele, 

fabricado para entretener sonámbulos 

y aplicar ley marcial a tu disgusto.

Sentí que sos un héroe en la miseria. 

Seguro que en la próxima de Netflix 

te harán un homenaje sin nombrarte. 




Mi amante

Mi amante

 

Mi amante me busca,

oye el rumor de mis pasos silentes, 

me alborota

con el delirio de su imaginación.


Mi amante, con su espíritu sublime, 


me ha dado más de lo que tuve  


tras su fuga primeriza,


la única vez que


nos recostamos al pie de una montaña 


con musgo y humedades titubeantes. 


Escondidas como búhos en la noche, 


las divinidades oscilan


entre la dicha y el desvanecimiento, 


como si esa misma sustancia


nos dictase la trama indisoluble: 


El jardín de las delicias.


 

 

El cajón cerrado

 

El cajón cerrado

 

 

 

Otra vez un cajón cerrado 

envuelto en una bandera. 

Otra vez sopa.

El teatro popular es una feria,

un puñado de gentes con harapos, 

llorando su destino venenoso, 

rogando por honor y por ventura, 

su bruta pertenencia

mojada de sudor y de miserias. 

Con lenguaje modesto,

el cutis arrugado,

en lágrimas estallan muchedumbres, 

aguardando piadosas,

el boom de economías fracasadas. 

Unidad de compuesta arquitectura

que el féretro masacra 

con secretos a voces,

con mentiras gentilmente ilustradas.

¿De qué tamaño es el dolor de un pueblo 

con las piernas atadas y el ánimo en el piso?

En estos tiempos incautados

por la alergia al trabajo y al esfuerzo, 

con prósperas mansiones,

lujosos edificios y alta gama 

de coches para ricos,

la tendencia es mirar cómo nos curten 

con fraudes por tevé.

La propaganda

se ha vuelto Poderosa Caballera. 

Tu amigo necesita un lavarropas.

Tu padre no ha alcanzado a pensionarse. 

Tus hijos no reclaman tu presencia

sino el móvil que adorna una vidriera. 

Y si estás en pareja te perturban:

el alquiler, la ropa, la despensa

y el diagrama del plan para los viejos, 

los pobres olvidados de esta saga.

Podrás hablar de sexo o practicarlo 

con un vecino adúltero,

seas hombre o mujer, les da lo mismo. 

Tu Libertad de herencia de motines 

por talas pornográficas

afloja y se achicharra.

El peso de una cárcel que vigila 

con grillos y grilletes 

tu optimismo,

podrás soltarlo cuando un gol de Messi, 

le permita comprar un pie de oro,

al hijo de mil putas que te engaña.


 


 

Nada ni nadie

 

Nada ni nadie

 







Un mal libro es un mal libro y chau.

No te gastes

ni le busques la quinta pata al gato.


Si bien es cierto que no podemos prejuzgar,

hay escalas de medición de la mala literatura.

Tiralas por la borda

porque de ellas está empedrado

el camino hacia el infierno.


Habiendo tantos buenos libros que leer,

perder el precioso tiempo que destinamos

a meternos en mamotretos ajenos

sin escuchar e indagar a otros

eficaces, maravillosos,

me parece lamentable.



Ahora digo... si el primer libro es el propio

(ya voy por el noveno)

y no ha tenido éxito en el sentido

en el que se aprecia en la contemporaneidad, 

-bombos y platillos,

paseo por la ruta de la fama,

tu DNI en las academias-

y a vos te satisface,

-siempre mejorable para el ojo experto- 

nada ni nadie

(un tópico divino este de "nada ni nadie")

te hará cambiar de idea

y ahí queda arrinconado para que en un futuro

de venganzas impertérritas,

lectores avezados lo lean y aprecien

su calidad y su valor poético.


Y sino, que se jodan bien jodidos

y sigan consumiendo concursos de televisión 

con preguntas más insulsas

que una ensalada de pepinos sin aceite,

preguntas que nada aportan

al conocimiento humano

de la subespecie que somos los versificadores

del siglo XXI y su vanguardia.




Leyes argentinas

 

 

Leyes argentinas

 

 

 

No sé. Silencio.

No me consta.


Silencio.


Me amparo en las garantías constitucionales.


Silencio.


No es mi firma. 


Silencio.


No era yo. 


Silencio. 


Jamás lo vi. 


Silencio.


No los conozco. 


Silencio.


No era mi voz.


Silencio. 


Niego todo. 


Silencio.


Lo sacaron de contexto. 


Silencio.


No voy a declarar. 


Silencio.

 

 

Sobreseído por falta de mérito.

El punto de fusión




El punto de fusión







                                 A Ernesto Sábato y Jorge Luis Borges.







Cada poeta arropa un color. 

Algunos son azules.

Azul su estandarte y el Ideal su Ley. 

Otros, decididamente,

son negros.



Matizan algunos grises

en su fúnebre conglomerado 

de versos oscuros.

Con muertes y obsesiones

se escriben las novelas policiales, 

no se pintan buenos cuadros,

mi apreciado amigo.



Anverso y reverso del espectáculo 

cristalino de un mundo caníbal.

Tácita reconducción

de la estética marea que sesga todo arte 

y ordena

que si eres pintor no eres poeta, 

o tal vez, lo contrario, vamos.

Retrocedo al lenguaje del color de la poesía. 

No hace falta disimular la incertidumbre.

Empecinados bermellones rojos 

son rojitos aguados de acuarela.

Y el resorte que los ajusta o los sujeta 

flaquea en un misal

con panderetas del vellocino de Jason.



Podrías ya seguir alucinando 

porque los hay,

poetas amarillos y parduscos,

(los poetas menores que amó Borges 

sin mentores por pormenores varios) 

 El mundo se reduce a explicarlos:



Y ahora que lo pienso bien… 

Yo soy violeta insustancial 

en mis sueños subconscientes.

Errática confesión de alojamiento 

sin confirmación retórica, 

todavía.


Solo sé que en el ultramar violeta 

serpentea el camino con vehemencia. 

Que violeta es el color de las vísperas.

Que tuve dos maravillosos vestidos en mi vida:

Uno, lila atrevido

con el que conseguí mi primer empleo de abogada

y el otro violeta,

de trágica elegancia,

que estrené el día en que lo vi 

con esa cualquiera en un bar

que frecuentábamos juntos

y sentí

por vez primera,

el antisigno inaugural

de una fuerza secreta y misteriosa.


Supe de inmediato

que aquel color de flores del teatro 

difuminado entre unas baratijas, 

sería el punto de fusión

entre la fantasía cautivada en los límites 

del juego de luces y sombras

de mi agudeza,

circunstancias ingénitas o antiguas, 

y mi humilde realidad creativa 

en la minúscula casita de rutinas literarias





 

Por ejemplo, la palabra himno

 

 

 

Por ejemplo,

la palabra himno 

desvanecida en grumos

al contorno de tu cuerpo.


No es igual

la verdad que la mentira.

 

La mentira acaba 

en guerras, 

miseria y traición.


Dirás que la verdad 

no tiene importancia

que hay que deleitarse 

con los placeres

de esta pobre vida 

solitaria,

amor, 

pero

¿cómo gozar con la injusticia 

que pesa sobre nosotros

por la gélida infamia coronada? 


La mentira no va con mi piel.

Tu torpe y homérica presencia 

real va con mi piel.


Conspiremos 

rasgando sílabas 

como destellos.

Ni palabras ni cánticos 

ni odas.

 

 

 

 

Poema publicado en la revista Del Gallardo 

La lluvia





La lluvia




La lluvia es una branquia del molusco.

¿Es la lluvia una branquia o es una comodidad literaria

hablar de branquias y moluscos para definir la lluvia

que cae de la rígida nube incandescente?


La lluvia se subvierte en metal metalizado.

¿Es la lluvia un metal metalizado?

¿No será esto una cacofonía temible

que riega la tensión de la humedad?


La lluvia que conspira y nos impregna

como una partícula más del cuerpo penetrado 

moja el cuerpo para embeberlo en lluvia,

ante una guarnición capaz

de ideas alocadas y obsoletas 

en la trampa del invierno,

a merced de la vuelta de timón 

que hace remolino

para huir del sol

que se enciende y se apaga 

cada vez que tu mano

roza el sexo

que es la branquia del molusco 

hundido en la llovizna ambigua

del desnudo idioma 

en el cenit de su gloria.

Sub

Sub

 

Subcomandante Marcos, el invento más infame de la prensa internacional.

 

 



Sublime. Sublimar. 

Sublímite de Lima 

Submundial de los súbditos.

Subsuelo suburbano 

en súbita subasta,

suburbial en los subtes, 

subclases de arrabal.

Subsiguientes avales, 

subsidios temporales, 

subsede de mis alas 

submarinas,

subjetivas, sublinguales, 

subnormales sin halos;

subiendo por sumontes, 

subrepticias, subrayadas; 

sub-pasiones a solas: 

subespecie animal,

subliminal subterráneo submúltiplo, 

suboficial.

Las penas son de nosotros

 

Las penas son de nosotros

 

                                      Tener éxito consiste en ser feliz (menudo aforismo)

 

 

 

¿Cómo se hace?

¿Sánchez, no te enganches?

¿Vemos, dijo Lemos?

¿A otra cosa, mariposa?

Vayamos perdiendo las esperanzas.

 

No hay que dar por el pito 

más de lo que el pito vale.

Cada día somos menos.

Menos que menos. 

Cada uno va a su bola.

Esto está lleno de gente

que no quisiéramos tener de compañía. 

Hablar delante de ellos es exponerse

al ridículo, al plagio, 

a la desesperación.

Las vaquitas son ajenas.


No debemos hacerlo, no se debe,


pero aún queda un ascua que enciende.

 

A un asombro

endiablado en la oscuridad, 

buena sombra lo cobija.

Soplar y hacer botella. 

Sola mente miente.

La necedad de ciertos intelectuales 

es penosa,

morbosamente indecorosa. 

Ahoga nuestros sentidos la injuria 

de perecer

y desaparecer.

 

La vida misma.


 


El asno de Buridán

 

El asno de Buridán

 

 

 

"¡Ay, si cantar pudiera los hijos de los dioses, lira de hombre, y, cual trompa guerrera de altísona armonía, que ambos polos atónitos asombre, resonase la

mía,..." Oda pindárica de Dalmiro a Moratín.

 





Cuando el credo reniega de Jesús, 

y las víctimas del martirologio

se emberrinchan detrás del Holocausto, 

una niebla hiperbórea

se archiva en el destino de mis púas 

de lastimada cítara que suena.

El azar es el alma del poema
 

recita un Unamuno trascendente. 

Paradoja casual dicen los locos 

amantes de absurdo,

nacidos del ab zurdo ab intestato. 

Encuentro simetría en las desgracias 

del que tiene que optar ante la duda,

¿menos malo será lo menos bueno 

o al contrario, la confusión

nos llevará al peor de los senderos 

del asno de Buridán?

Cerveza de verracos, floja y tibia.

Espectadores sementales 

de un hórrido y tenaz 

pacer de mieses vagarosas.



En busca de la zanja del desagüe 

nos llega una tristeza subrepticia; 

infinitesimal tragedia bufa.

Al calor del valor de la elección

la orquesta me devuelve ruidos huecos.


No encuentro la palabra aproximada, 

el terco talismán, las nervaduras.

La gente que no fue, no será nunca

del cielo que adolece en las ventanas. 

El asno es menos burro cuando canta, 

el asno es una filfa, una engañifa,

se atreve a sofocar la irrelevancia, 

quimérica noticia disfrazada

de crédulo pudor, 

de curvas rectas

que cierran en un círculo cerrado.


Justifíqueme Dios de la ataraxia, 

de no saber mentir las elecciones, 

de jugarme la boca en cada frase, 

si es que fuera pecado de soberbia 

amar y equivocarse.


Mi mochila está ajada, manoseada, 

raída por el caldo de cultivo

de un aforo que vive de un linaje 

de hermeneutas de élite,

en minorías 

selectas, pestilentes,

rectoras de moral de imperativos 

del deber sojuzgado por la farsa.

Me muevo por lo mudo incomprendida: 

a tientas, en lo oscuro, fatalmente.

Me lío con Discépolos, gorriones, 

con vándalos, pamplinas, antifaces, 

con pasiones de tábano pesado

boqueando algunos versos

sin remedio.


León herbívoro

 

León herbívoro

 

 

 

A León Felipe

 

 

“Ganarás la luz”, dijo Felipe.

 

Pequeñas urnas negras golpean la encrucijada. Vuelvo a decir y digo su antítesis:

“La luz se está ahogando en la noche extrema”


 

¿Por qué huyen las cicatrices con cada parto terrible?


Anónimos en la red





Anónimos en la red



                                                                             En las inconsistencias, apoyarse.


                                                                                               Paul Celan







Los anónimos son 

desapacibles, medrosos.

El ofensor se dedica

a provocar la afrenta e incordiarnos.



A mitad de camino entre rima y verso libre 

el anónimo provoca una leve ansiedad,

un estertor profundo. 

Hipertensión.

Colapsos. 

Hermenéuticas.

Hay algunos anónimos ilustres.

Hay otros con perlitas en los dedos.

Tienen saliva y boca de mujer, 

pico de pato,

numismática, emblemas, estampillas.


Los anónimos son

vahajes en la puerta de un sepulcro 

desconocido.

Alardes de bravura disfrazada. 

Los secos esqueletos de la muerte del alma.

Un silogismo de cobardes. 

Una marcha garbosa.

Un zurcido en la falda.


El nombre del anónimo es el tuyo,

-quiera Dios o quiera el Rey de turno, 

vulgar tragicomedia-.



Escrito lo imagino en tinta de arroz 

a cielo abierto.

Tachado por las dudas. 

Puerco espín coronado. 

Crepuscular.

Ausente.

Significa lo mismo en cada gesto:

El modo de espantar inconsistencias. 

La vana levedad del ser fluctuante. 

Lo frágil, lo fugaz, lo vacilante. 

La gota de rocío. La tristeza.



El tuyo es nombre de todos los nombres 

de agónicos hatajos esparcidos

a fuerza de luchar en las tormentas. 

Anónimo articula con Recuerdo.

Desata murrias o melancolías

en saga,

en línea recta o serpentina.


El mensaje va dentro de poema. 

Desembocará anónimo en los ríos 

de lágrimas selladas.

El poema carece de pronombres, 

de motes, semejanzas y alusiones. 

Desbroza el corazón, de toda laya. 

El corazón anónimo cloquea.

Por no olvidarte, aquí, en esta noche 

las letras se han quitado el apellido. 

Encallo hundiéndome, 

sumida en voces sin orquesta, 

cumpliendo el sacerdocio de añorarte. 

Abriendo los correos,

ahuyentando las firmas,

saltando los escollos, como charcos. 

Cloc. Cloc.

Deseando que sea día de sol endomingado.

 Es un trabajo duro. Lo siento.

Estoy exhausta.

Índice - De dragones y miserias - tapa del libro

  Índice 7 - Como un prólogo 9 - De dragones y miserias 11- Desertores del sistema 13 - Amantes del absurdo 14 - Desvaríos a la hora del t...