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Perjurio y perfidia





Perjurio y perfidia.




En la cálida tarde de diciembre, 

dos palabras siamesas,

dos quebrantos de fe

que evitan el amor con ostracismos,

se instalan en mi cuarto y me persiguen.


Rara vez les escapo a las señales

 que invitan a pensar con jeroglíficos. 

Los símbolos son parte de la vida,

la humana condición del penitente.



Los símbolos son huellas del futuro

velado en la madeja de los tiempos modernos 

de emblemas y caudales.


Perjurio y perfidia son dos pueblos, 

dos patrias del ladrón y el asesino, 

del juez y el condenado,

que en nombre de la Ley dictan sentencia.


Se arriman entre el mate y la memoria 

y acceden a contar la vieja historia

del paso de Satán por este valle

de lágrimas tan viejas como el mundo.


Te invito a realizar experimentos 

con los dedos pulsados como pinzas 

en el canal del aire que rodea

la entrada a tus oídos.



Deslealtad odiosa y mil traiciones 

nos chumban su ladrido 

como púas en el aire cercano.

El derecho hemisferio se conmueve,

descubre sensaciones venosas, cuasi eléctricas,

designando al autor del homicidio

a vuelo de paloma.



En el otro, el izquierdo, pobrecito, 

la duda se acompleja porque vive 

el futuro en películas de cine,

y nota con fastidio de inexperto

que todo estaba escrito en las estrellas. 


Si empleas alternancias en los lados 

que intentan descubrir lo misterioso, 

los secretos se vuelven relevantes,

te conviertes en sabio 

y más te vale,

que devuelvas tu don al infinito.


La avaricia es hipócrita al decirte

que perjurio y perfidia son sinónimos

porque ambas son como se sabe,

apostasías muertas por la muerte,

que deja en su tendal

almas vacías.

Índice - De dragones y miserias - tapa del libro

  Índice 7 - Como un prólogo 9 - De dragones y miserias 11- Desertores del sistema 13 - Amantes del absurdo 14 - Desvaríos a la hora del t...