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Vana gloria soez





Vana gloria soez







Hay un clisé obvio y trillado, 

pedante, soporífero y

carente de sentido, que establece 

las pautas de conducta

de escritores, poetas y académicos, 

que siempre deberán

escudarse bajo ornadas bibliotecas

en manidas fotos de prensa acostumbrada 

a seguir el segmento, y entregarse

al aparente desorden de libros entre los malditos, 

con suficiente gracejo, acomodados ante

los preciados tótems de la iglesia universal del alter ego.

Latosa marcha sobre los aceitados rieles del oficio.

Armas vacías de municiones. 

Vana gloria soez.

He leído, tal vez en entrevistas, 

no me acuerdo de quien

porque el autor que hablaba no es mi amigo, 

que si algo funciona hay que dejarlo.

¿Para qué ir pretendiendo cambiar los paradigmas? 

El editor pide comida, la obra no interesa.

El mentado escritor, un novelista, 

reniega de la patria del poema

porque como es archiconocido en el mundillo 

del arte con que pagan bebidas y servicios,

la poesía no afloja y no se vende. 

Entonces, a lo suyo lo llamaron. 

Relucientes, pulidas, vemos tumbas 

en el cementerio de ideas en palabras.

Sin símbolo y sin significado, 

delicadas letras en palabras 

que solo tienen de palabras

que se llamen palabras en el diccionario de las acepciones.

Sordo estiércol enlatado en tapas esmeradas, 

con páginas que huelen a shopping mall,

con buena propaganda y muchos ecos, 

alucinógenos, narcóticos sedantes, 

con ruidos que despejan su dilema,

los convierte en Palabra Autorizada

y al fin, los lanza al cielo de lectores amainados, 

ovejas sin pancarta de futuro,

ávidos por seguir leyendo

que el asesino fuera el mayordomo,

el crimen está patas para arriba,

la viuda negra tiene nuevo amante francés,

el perro que movió la cola 

hacía de campana y se llamaba 

Ray Chandler o Black Mask

o simplemente,

que el único incuestionable sospechoso 

fuera aquel ignoto estudiante

que supo ponerle el cascabel al gato.




Índice - De dragones y miserias - tapa del libro

  Índice 7 - Como un prólogo 9 - De dragones y miserias 11- Desertores del sistema 13 - Amantes del absurdo 14 - Desvaríos a la hora del t...