El punto de fusión
A Ernesto Sábato y Jorge Luis Borges.
Cada poeta arropa un color.
Algunos son azules.
Azul su estandarte y el Ideal su Ley.
Azul su estandarte y el Ideal su Ley.
Otros, decididamente,
son negros.
Matizan algunos grises
en su fúnebre conglomerado
son negros.
Matizan algunos grises
en su fúnebre conglomerado
de versos oscuros.
Con muertes y obsesiones
se escriben las novelas policiales,
Con muertes y obsesiones
se escriben las novelas policiales,
no se pintan buenos cuadros,
mi apreciado amigo.
Anverso y reverso del espectáculo
mi apreciado amigo.
Anverso y reverso del espectáculo
cristalino de un mundo caníbal.
Tácita reconducción
de la estética marea que sesga todo arte
Tácita reconducción
de la estética marea que sesga todo arte
y ordena
que si eres pintor no eres poeta,
que si eres pintor no eres poeta,
o tal vez, lo contrario, vamos.
Retrocedo al lenguaje del color de la poesía.
Retrocedo al lenguaje del color de la poesía.
No hace falta disimular la incertidumbre.
Empecinados bermellones rojos
Empecinados bermellones rojos
son rojitos aguados de acuarela.
Y el resorte que los ajusta o los sujeta
Y el resorte que los ajusta o los sujeta
flaquea en un misal
con panderetas del vellocino de Jason.
Podrías ya seguir alucinando
con panderetas del vellocino de Jason.
Podrías ya seguir alucinando
porque los hay,
poetas amarillos y parduscos,
(los poetas menores que amó Borges
poetas amarillos y parduscos,
(los poetas menores que amó Borges
sin mentores por pormenores varios)
El mundo se reduce a explicarlos:
Y ahora que lo pienso bien…
Y ahora que lo pienso bien…
Yo soy violeta insustancial
en mis sueños subconscientes.
Errática confesión de alojamiento
sin confirmación retórica,
todavía.
Solo sé que en el ultramar violeta
Solo sé que en el ultramar violeta
serpentea el camino con vehemencia.
Que violeta es el color de las vísperas.
Que tuve dos maravillosos vestidos en mi vida:
Uno, lila atrevido
con el que conseguí mi primer empleo de abogada
y el otro violeta,
Que tuve dos maravillosos vestidos en mi vida:
Uno, lila atrevido
con el que conseguí mi primer empleo de abogada
y el otro violeta,
de trágica
elegancia,
que estrené el día en que lo vi
que estrené el día en que lo vi
con esa cualquiera en un bar
que frecuentábamos juntos
y sentí
por vez primera,
el antisigno inaugural
de una fuerza secreta y misteriosa.
Supe de inmediato
que aquel color de flores del teatro
y sentí
por vez primera,
el antisigno inaugural
de una fuerza secreta y misteriosa.
Supe de inmediato
que aquel color de flores del teatro
difuminado entre unas baratijas,
sería el punto de fusión
entre la fantasía cautivada en los límites
entre la fantasía cautivada en los límites
del juego de luces y sombras
de mi agudeza,
circunstancias ingénitas o antiguas,
de mi agudeza,
circunstancias ingénitas o antiguas,
y mi humilde realidad creativa
en la minúscula casita de rutinas literarias