Superluna de nieve

 


Superluna de nieve








La justicia confirmó la prisión preventiva de…

 madre de 3 hijos experta en bioderecho… 

murió a los 85 años…

tras la dura carta del héroe que …

mostró en las redes su transformación física...

Un verano muy complicado…

Superluna de nieve

y una docena de tarjetas azules…




Eso es lo que rescato de los titulares 

en la prensa digital del día.


Las vista pasa muy rápido entre amenazas, 

sospechas de corrupción,

asesinatos,

visitas de embajadores

y declaraciones de futbolista con mujer rubia y patotera.



No hay pensamiento que pueda soportar 

el nerviosismo

de vivir en país desangelado de poesía. 



Fake news,

La posverdad al alcance de tu mano.

Perjurio y perfidia





Perjurio y perfidia.




En la cálida tarde de diciembre, 

dos palabras siamesas,

dos quebrantos de fe

que evitan el amor con ostracismos,

se instalan en mi cuarto y me persiguen.


Rara vez les escapo a las señales

 que invitan a pensar con jeroglíficos. 

Los símbolos son parte de la vida,

la humana condición del penitente.



Los símbolos son huellas del futuro

velado en la madeja de los tiempos modernos 

de emblemas y caudales.


Perjurio y perfidia son dos pueblos, 

dos patrias del ladrón y el asesino, 

del juez y el condenado,

que en nombre de la Ley dictan sentencia.


Se arriman entre el mate y la memoria 

y acceden a contar la vieja historia

del paso de Satán por este valle

de lágrimas tan viejas como el mundo.


Te invito a realizar experimentos 

con los dedos pulsados como pinzas 

en el canal del aire que rodea

la entrada a tus oídos.



Deslealtad odiosa y mil traiciones 

nos chumban su ladrido 

como púas en el aire cercano.

El derecho hemisferio se conmueve,

descubre sensaciones venosas, cuasi eléctricas,

designando al autor del homicidio

a vuelo de paloma.



En el otro, el izquierdo, pobrecito, 

la duda se acompleja porque vive 

el futuro en películas de cine,

y nota con fastidio de inexperto

que todo estaba escrito en las estrellas. 


Si empleas alternancias en los lados 

que intentan descubrir lo misterioso, 

los secretos se vuelven relevantes,

te conviertes en sabio 

y más te vale,

que devuelvas tu don al infinito.


La avaricia es hipócrita al decirte

que perjurio y perfidia son sinónimos

porque ambas son como se sabe,

apostasías muertas por la muerte,

que deja en su tendal

almas vacías.

Derivadas

 

Derivadas

 

A Rafael Alberti.

 

 

 

Sol.

 

Mar.

 

Cielo.

 

Nubes.

 

Olas.

 

Botón.

 

 

 

¿Qué hace un botón entre las olas del mar?

 

¿Qué hace un sol entre las nubes del cielo?

 

Ley.  Idus. Frontera. Alas.


 

Palabra.

 


La sombra de Dios oscilante


entre los truenos y la Ley del Olvido,


en magna exultación.



         La frontera abrirá sus alas al límite de la palabra.


         Por la persiana rota entreveo un escarabajo.

 

La legionela

 

La legionela

 

 

 

Trabalenguas

 

Guerra tenía una parra y Parra tenía una perra. 

La perra de Parra rompió la parra de Guerra.

Guerra pegó con la porra a la perra de Parra. 

Señor Guerra:

¿Por qué pega con la porra a la perra de Parra? 

Porque la perra de Parra rompió la parra de Guerra.”

 

 

Benjamín, amor mío,

cuando encuentres estos versos, 

supongo

que habrás entrado en pánico.


Está muy bien que estés tan asustado, 


igual que mucha gente. 


Te comprendo. 



Soy el virus de la bacteria airada.

Los traidores malditos,
poetas ferozmente malhadados, 

apremian con cinismo escriturario 

y dejan en la cama del olvido 

en la que también yo reflejo un alma herida, 

lo digo por si acaso, 

un sesgo de palabras sin retorno 

como médicos
que pierden las fronteras 

en el camino a casa.

No quiero abrir tus párpados cerrados 

ni ser escéptica de tu optimismo puro 

en un cajón con tapa de cristal 

contra las balas.

Estoy bajo el efecto de una droga 

penitente, mortífera, punzante,
que me permite ver con ojos parvularios, 

en el día más frío del otoño,
tu escasa lucidez, tu trampa infame.

Hay que implicarse, 

lo sabes, 

lo defiendes,
pero no actúes la parodia
del director de la Biblioteca Nacional, 

por pura demagogia.

Yo paso de tus huelgas sin sentido, 

de tu hambre de gloria
y tu servidumbre de aguada.

Conozco las vertientes 

que vas a usar impune,
a continuación en cualquier tipo de charla: 

Sin timos no hay canciones:

Rimar es hacer rimas 

sin timar ni escatimar. 

Paronomasias.

Comprendo tus clisés de la retórica, 

tropiezo en el error de pensamiento 

en dos o tres oraciones acopladas. 

"Desconfía de los hombres del canon",
-me parecen vulgares como tú-,
así los califica tu amiga Anna Ajmátova.

Ahora sé que me temes por nostalgia, 

que mientes por maldad o por envidia,
pues piensas, con la magia del estilo, 

que mis métodos son paranormales.

Están temblando tus hombros, tu semilla, 

el fémur, peroné, la pantorrilla,
el labio superior y la corona.

Te equivocas si crees
que podrás escapar de la Justicia 

de Dios que es infinita.

Él es mi camello, el marchante 

proveedor de mis sueños de desquite.

Alucina los rasgos del carácter 

que me obliga a enfrentarte 

con cuchilla filosa y homicida.

Porque Él tiene piedad 

del mundo que ha creado
porque nos ama,
y con tierna pasión
nos venga y nos redime 

de mentes nebulizadoras 

que inventan legionelas,
legiones, religiones, legionarios.

Aguardo con mi cuerpo en otra parte,

porque aprendí a esperar

el momento oportuno del encuentro.







La desazón

 


La desazón


(parodia al poema La rencorosa de B. Prado)



Para ti que disfrutas de la injuria que hiere 

donde llaga la carne

donde todo es dolor.


Para ti que me juzgas

como un rey sin corona, como un dios

que ha olvidado que es un hombre mortal. 

Para ti se reservan los posos de la sombra. 


Yo que viví en un mundo de creencias ingenuas 

y vuelos sin regreso,

sé que no existe paz para tu guerra.


No habrá memoria de luz en quien nunca hubo 

afectos.



Adónde vas a ir

sin piedad sublimada entre tus cuencos, 

si tu única victoria es el ser indiferente, 

si tú vives

como 

quien 

para 

guardar 

la suerte 

liga el

carro al rocín ganador de antemano 

(y apuesta al caballo del comisario). 

Para ti en cuyos ojos 

se leen los amparos

se clavan las espuelas de la envidia.


Para ti se ha inventado lo mediocre. 


La señorita maniatada

La señorita maniatada.



(Para mi alumna Vanesa Soledad, madre de su padre y poeta adolescente que me regaló el título a partir de una palabra sugerida y a quien le plagié algunos versos)





¡Pobre señorita maniatada! 

Se encuentra en una farmacia 

presa de furia,

cautivo su cuerpito

abandonado a la nave de los sueños y milagros 

reclamando su dosis de libertad.


Afuera espantapájaros 

ocres o verdes

con la boca despintada

por el lápiz de la opulencia,

hieden a alcohol de quemar 

y a fraude.

Ella sedienta de belleza

-solo por hoy la esperanza es gratis- 

no sabe que la pesadilla

acabará en ironía, 

recovecos donde se guardan 

expedientes cosidos a mano 

y cristales rotos

por balas de plomo.


La chusma tendrá de qué hablar 

mirándose el ombligo.

¡Pobre señorita maniatada! 

Su voz no tiene eco, 

tampoco tiene sombra 

su melodía en el lienzo

de pintores sin manos. 

Su silencio echa en cara 

su descontrol,

la ingenua avidez,

su ira no negociada y demoníaca.


Cualquiera puede caer en la tentación

-Maslibranosdetodomal-


En el guion de los héroes y ladrones 

no figurará su desmoronamiento

ni su antípoda en las cumbres de luz 

porque

una farmacia es una farmacia 

y con la legalidad no se jode.





Desvaríos a la hora del té





Desvaríos a la hora del té





Hace un tiempo que no escribo. Es cierto.

Se me ha muerto la musa inspiradora

de hondas contradicciones en mis sueños. 

Él era un señor común como pocos.

Ni monje, ni brujo ni intelectual.

Raro testigo de mis desvaríos 

en el cementerio de la Almudena. 

Lo amaba como aman los niños.

De soslayo todo él era una bóveda gris.

Ahora que me ha dejado desierta 

con miedo a las personas por venir, 

mal sabor a jazmines derrotados 

por el sol de una siesta de verano, 

rememoro su imagen espumosa

y mis tardos versos endecasílabos 

quebrarán con plebeya poesía

la pena de encontrar palabras sordas 

que silencien de música sus pasos.

Amante del absurdo

 


Amante del absurdo




El narcisismo encierra


el pensamiento en cuatro paredes 


y no lo deja volar.

Desertores del sistema

 

Desertores del sistema 




Estudiaré los libros sapienciales 

como una desertora del sistema.

Los versos sibilinos adivinen

el presagio de muerte y de desastre 

del lenguaje de Apolo y de las musas, 

con la tenue hermosura castigada 

por la inflexión celosa

que desentrañe tu brutal dominio 

sobre el mío, que gradualmente acusa 

el miedo a no morir entre tus brazos.


Con el pretexto de calmar la angustia

hoy fruncieron el ceño las vírgenes caídas.

Reclamaron un límite modesto 

ante tanta locura almidonada.

La pasión desarraiga divisorias de aguas.

La letra desafuera;

el verbo es soda cáustica. 

Conmociona la parvedad del beso,

que no alcanza a durar los tres minutos, 

la demora del sol en el poniente

con su tibia rutina igualitaria,

y sirve su elocuencia a la apoteosis

contra nuestra implacable influencia sucesoria 

de ejércitos perdidos en vínculos fatales. 


Un fugaz beso es suficiente para cifrar 

todas las religiones del cosmos indecible. 

De dragones y miserias

 


De dragones y miserias







¿Qué derecho tenían

de humillarnos hasta ese punto?

¿Qué ley les asistía

cuando dejaron la ciudad sitiada?

¿Por qué ocultaron su excremento

en esculturas de dragones

alados y mezquinos?

Las pródigas tilingas petulantes

dieron cátedra sobre odio en los altares 

de una raza cooptada por revanchas.

¿Qué causa los urgía

a torcer las matrices del destino,

a plantar su bandera

de corrupciones y silencio?

Los hombres de levita y de corbata

usaron sus mujeres de carnada 

en el anzuelo.

¿Merecíamos ser el paramecio, 

los cobayos en el laboratorio, 

el agua de los surtidores,

la anilina del palíndromo

que tiñe y destiñe del derecho y del revés 

las uvas del buen vino natural?

La hostilidad se descuelga en una vertiente; 

el acordeón toca melodías perniciosas

y el optimismo venial es una puñalada. 

Casi como un prólogo

 Casi como un prólogo 



Quiero leer un poema que no sea un libro de autoayuda. 

Quiero leer un poema que no sea una pancarta ni una diatriba ni un insulto a la inteligencia, ni un ataque feroz a nuestros dioses, a nuestra lengua, a nuestros precipicios. 



Quiero leer un poema que no sea una descripción de paisajes, de cuerpos, de sentimientos, de mentiras. 

Quiero leer un poema que no maltrate a las mujeres ni a los hombres, que no trate a los niños como tontos ni a los viejos como sabios ni a los perros como humanos ni a los gatos como reinas Quiero leer un poema que pida justicia, que pida misericordia, que pida compasión, que pida solidaridad, que pida alegría, que pida atención, que pida abrazos, que pida paz, pan y trabajo, que reclame fetichismo, ferocidad, fe con f de fatal, de fantasía, de fértil.




Quiero leer un poema fenomenal. 






Quiero leer un poema que me sorprenda, que no se parezca a ningún poema entre los miles, decenas de miles de poemas que he leído con devoción, con indiferencia, con agrado o desagrado, con aburrimiento, con ternura y que me haga preguntar, como me pregunté tantas veces, cómo soportan la tragedia de la muerte las personas que no leen poemas, cómo comparten la felicidad de estar vivos los millones de seres que jamás leyeron un poema. 



Porque encontrar un poema, si no se tiene alma de poeta, es más difícil que encontrar un poema teniendo sed de poesía. 



Esto no es un poema pero tampoco es una pipa. Podría ser un pulpo que me ahogue con sus tentáculos. Sí, sí, esto es un pulpo, un pulpo. Un púlpito. ¿Un pálpito? 



Quiero leer un poema, aunque sea mío, y sé que mis poemas solo pueden gustarme a mí, porque para eso escribimos los poemas, y todo lo que viene después ensucia: compartirlo, publicarlo, premiarlo, venerarlo, no tiene nada que ver con mi poema que comió los frutos del árbol prohibido hace cinco mil años, y se sintió desnudo. 


                        ¿Quién te ha dicho que estabas desnudo, poema?




De dragones y miserias - ISBN

 






           Folino, Lucía Angélica

 

De dragones y miserias/ Lucía Angélica Folino. - 1a ed. - Avellaneda: Lucía Angélica Folino, 2020.

 

            ISBN 978-987-86-6658-7

            129 p.; 14 x 20 cm.  

 

 

1. Poesía Argentina. I. Título. CDD A861

 

 

Imagen y diseño de tapa: Folino, Lucía Angélica

 

 

 

Hecho el depósito que marca la ley 11723

 

 

 

Quedan reservados todos los derechos incluidos traducción. Se permite la reproducción total o parcial con autorización y mención del autor.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Índice - De dragones y miserias - tapa del libro

  Índice 7 - Como un prólogo 9 - De dragones y miserias 11- Desertores del sistema 13 - Amantes del absurdo 14 - Desvaríos a la hora del t...