Griegos y romanas
Como un borracho que entra sigiloso
al bar donde lo esperan sus colegas,
víctimas de ebriedad desesperada,
entró tu corazón por una puerta
al centro de mi noche independiente.
Tal vez, te pareciera ser obra de Dioniso
querer enamorarte
de una fría vestal con pies de plomo.
Yo sé que resultaba intimidante
que de golpe dijera:
“Hay cuarteles de invierno en los instintos”.
Te cubro con total indiferencia
de besos a distancia.
Mi esperanza fue rota hace milenios.
Mi esperanza fue rota hace milenios.
El mito nos separa.