Nueva Orden Mundial




Nueva Orden Mundial




El mundo está ardiendo por los cuatro costados. 

Se incendia el Amazonas.

Se contaminan los mares. 

Pero vos: Quedate en casa.

El virus que te matará ya está en aire, en la gente. 

No abraces, infeliz. 

Quedate en casa.

Ser bueno es no pensar. 

Quedate en casa.

Olvidate del riesgo y de la furia

y aprendé a cocinar la masa madre.

Olvidate del puto norcoreano

que probó 20 bombas atómicas, sin miedo 

y al fin se hace Justicia.

Quedate en casa.

Te están mirando; 

controlan tus esfínteres, 

tus nervios, tus contactos.

Te están cuidando, ¿no ves?

Están lavando el pecado del afecto.

Quedate en casa, Subnormal

Yo sé lo que te digo.

Te van a castigar los poderosos.

Quedate ahí confinado

porque soy el que manda 

y quien decide: 

Te lo ordeno para que tu vidita de pobre 

dure un año más o un año al menos, 

comiendo humus de garbanzo en lata

o fideos bichados, regalados, 

comprando alcohol en gel o lavandina, 

usando mascarillas protectoras,

que no protegen un carajo,

si están hechas con zoquetes, 

con trapitos de tela mal cosidos, 

con ridículas insignias,

como un tuareg moderno y alineado 

y punto.

Sacate el antifaz de pertenencia.

Nadie quiere escucharte. Oídos sordos.

No van a permitirte que te rías. Tapabocas. 

Es molesta la risa del ingenuo.

El ruido intolerable en dictadura. 

Quedate en casa, infeliz.

Quedate en casa mientras 

ves al colectivo

llevarse tus pocos bienes materiales y tu honra.

Nosotros haremos un motín 

como los presos,

para exigirle a Dios que nos libere

del virus, del infarto, el asteroide. 

Pero vos, quedate en casa.

Sé obediente.

Tal vez el funcionario oportunista, 

intermediario fiel de tu clausura, 

reconozca tu hacer quedarse en casa, 

tu ilustre difusión de la vergüenza,

tu adulterio caliente y a escondidas 

porque es tiempo de Reyes sin Corona, 

sin razones, con sangre si hace falta, 

de la tuya, infeliz, y de la nuestra.

Vos dale juego al relato por la tele, 

fabricado para entretener sonámbulos 

y aplicar ley marcial a tu disgusto.

Sentí que sos un héroe en la miseria. 

Seguro que en la próxima de Netflix 

te harán un homenaje sin nombrarte. 




Mi amante

Mi amante

 

Mi amante me busca,

oye el rumor de mis pasos silentes, 

me alborota

con el delirio de su imaginación.


Mi amante, con su espíritu sublime, 


me ha dado más de lo que tuve  


tras su fuga primeriza,


la única vez que


nos recostamos al pie de una montaña 


con musgo y humedades titubeantes. 


Escondidas como búhos en la noche, 


las divinidades oscilan


entre la dicha y el desvanecimiento, 


como si esa misma sustancia


nos dictase la trama indisoluble: 


El jardín de las delicias.


 

 

El cajón cerrado

 

El cajón cerrado

 

 

 

Otra vez un cajón cerrado 

envuelto en una bandera. 

Otra vez sopa.

El teatro popular es una feria,

un puñado de gentes con harapos, 

llorando su destino venenoso, 

rogando por honor y por ventura, 

su bruta pertenencia

mojada de sudor y de miserias. 

Con lenguaje modesto,

el cutis arrugado,

en lágrimas estallan muchedumbres, 

aguardando piadosas,

el boom de economías fracasadas. 

Unidad de compuesta arquitectura

que el féretro masacra 

con secretos a voces,

con mentiras gentilmente ilustradas.

¿De qué tamaño es el dolor de un pueblo 

con las piernas atadas y el ánimo en el piso?

En estos tiempos incautados

por la alergia al trabajo y al esfuerzo, 

con prósperas mansiones,

lujosos edificios y alta gama 

de coches para ricos,

la tendencia es mirar cómo nos curten 

con fraudes por tevé.

La propaganda

se ha vuelto Poderosa Caballera. 

Tu amigo necesita un lavarropas.

Tu padre no ha alcanzado a pensionarse. 

Tus hijos no reclaman tu presencia

sino el móvil que adorna una vidriera. 

Y si estás en pareja te perturban:

el alquiler, la ropa, la despensa

y el diagrama del plan para los viejos, 

los pobres olvidados de esta saga.

Podrás hablar de sexo o practicarlo 

con un vecino adúltero,

seas hombre o mujer, les da lo mismo. 

Tu Libertad de herencia de motines 

por talas pornográficas

afloja y se achicharra.

El peso de una cárcel que vigila 

con grillos y grilletes 

tu optimismo,

podrás soltarlo cuando un gol de Messi, 

le permita comprar un pie de oro,

al hijo de mil putas que te engaña.


 


 

Índice - De dragones y miserias - tapa del libro

  Índice 7 - Como un prólogo 9 - De dragones y miserias 11- Desertores del sistema 13 - Amantes del absurdo 14 - Desvaríos a la hora del t...