Las penas son de nosotros

 

Las penas son de nosotros

 

                                      Tener éxito consiste en ser feliz (menudo aforismo)

 

 

 

¿Cómo se hace?

¿Sánchez, no te enganches?

¿Vemos, dijo Lemos?

¿A otra cosa, mariposa?

Vayamos perdiendo las esperanzas.

 

No hay que dar por el pito 

más de lo que el pito vale.

Cada día somos menos.

Menos que menos. 

Cada uno va a su bola.

Esto está lleno de gente

que no quisiéramos tener de compañía. 

Hablar delante de ellos es exponerse

al ridículo, al plagio, 

a la desesperación.

Las vaquitas son ajenas.


No debemos hacerlo, no se debe,


pero aún queda un ascua que enciende.

 

A un asombro

endiablado en la oscuridad, 

buena sombra lo cobija.

Soplar y hacer botella. 

Sola mente miente.

La necedad de ciertos intelectuales 

es penosa,

morbosamente indecorosa. 

Ahoga nuestros sentidos la injuria 

de perecer

y desaparecer.

 

La vida misma.


 


El asno de Buridán

 

El asno de Buridán

 

 

 

"¡Ay, si cantar pudiera los hijos de los dioses, lira de hombre, y, cual trompa guerrera de altísona armonía, que ambos polos atónitos asombre, resonase la

mía,..." Oda pindárica de Dalmiro a Moratín.

 





Cuando el credo reniega de Jesús, 

y las víctimas del martirologio

se emberrinchan detrás del Holocausto, 

una niebla hiperbórea

se archiva en el destino de mis púas 

de lastimada cítara que suena.

El azar es el alma del poema
 

recita un Unamuno trascendente. 

Paradoja casual dicen los locos 

amantes de absurdo,

nacidos del ab zurdo ab intestato. 

Encuentro simetría en las desgracias 

del que tiene que optar ante la duda,

¿menos malo será lo menos bueno 

o al contrario, la confusión

nos llevará al peor de los senderos 

del asno de Buridán?

Cerveza de verracos, floja y tibia.

Espectadores sementales 

de un hórrido y tenaz 

pacer de mieses vagarosas.



En busca de la zanja del desagüe 

nos llega una tristeza subrepticia; 

infinitesimal tragedia bufa.

Al calor del valor de la elección

la orquesta me devuelve ruidos huecos.


No encuentro la palabra aproximada, 

el terco talismán, las nervaduras.

La gente que no fue, no será nunca

del cielo que adolece en las ventanas. 

El asno es menos burro cuando canta, 

el asno es una filfa, una engañifa,

se atreve a sofocar la irrelevancia, 

quimérica noticia disfrazada

de crédulo pudor, 

de curvas rectas

que cierran en un círculo cerrado.


Justifíqueme Dios de la ataraxia, 

de no saber mentir las elecciones, 

de jugarme la boca en cada frase, 

si es que fuera pecado de soberbia 

amar y equivocarse.


Mi mochila está ajada, manoseada, 

raída por el caldo de cultivo

de un aforo que vive de un linaje 

de hermeneutas de élite,

en minorías 

selectas, pestilentes,

rectoras de moral de imperativos 

del deber sojuzgado por la farsa.

Me muevo por lo mudo incomprendida: 

a tientas, en lo oscuro, fatalmente.

Me lío con Discépolos, gorriones, 

con vándalos, pamplinas, antifaces, 

con pasiones de tábano pesado

boqueando algunos versos

sin remedio.


León herbívoro

 

León herbívoro

 

 

 

A León Felipe

 

 

“Ganarás la luz”, dijo Felipe.

 

Pequeñas urnas negras golpean la encrucijada. Vuelvo a decir y digo su antítesis:

“La luz se está ahogando en la noche extrema”


 

¿Por qué huyen las cicatrices con cada parto terrible?


Índice - De dragones y miserias - tapa del libro

  Índice 7 - Como un prólogo 9 - De dragones y miserias 11- Desertores del sistema 13 - Amantes del absurdo 14 - Desvaríos a la hora del t...