Griegos y romanas



Griegos y romanas


Como un borracho que entra sigiloso
al bar donde lo esperan sus colegas,
víctimas de ebriedad desesperada,
entró tu corazón por una puerta
al centro de mi noche independiente.
Tal vez, te pareciera ser obra de Dioniso
querer enamorarte
de una fría vestal con pies de plomo.
Yo sé que resultaba intimidante
que de golpe dijera:
“Hay cuarteles de invierno en los instintos”.
Te cubro con total indiferencia
de besos a distancia.
Mi esperanza fue rota hace milenios. 
El mito nos separa.



Apología del suicidio

 

Apología del suicidio

 

 

 

El amor por definición es eterno, nena.

 

 

 

Sigamos insistiendo.

 

El amor por definición es eterno, nena.


Si un solo ser humano fuera

capaz de amar a alguien hasta morir, 

sigamos insistiendo.

 

Hay tanto trecho del amor al odio, 

como distancia escapa

de la verdad a la mentira: 

apenas un punto contuso.

Un punto euclidiano no tiene medida, 

ni dimensiones, ni peso.

Es un ente de la gris geometría

como una recta o un plano.

Un dibujo trazado en la imaginación.

Los encefalogramas muertos 

dicen que es complicado 

desde aquel lugar

querer convertirse en poeta. 

Nuestros salubérrimos cartílagos,

la briosa osamenta que nos sostiene, 

los músculos y carrilladas

de química heterogénea, 

con acentos ortográficos 

y perpendiculares

que zanjan inconvenientes variados, 

son renuentes al pesimismo.

Si digo lo contrario y me cruzo de vereda

tendré una excusa perfecta

para mi suicidio, esta noche abatida.

Un suicidio perfecto de los pies a la cabeza 

a la orilla de mares ilusorios.

Brutal desolladura.

 

Rasguño, esclusa, excoriación fatal: 

Tautología y certeza.


Sigamos insistiendo.

 

Es la vida una repetición inútil y viciosa.


Una prerrogativa inconveniente

que nos deja inermes ante el peligro 

del amor.

El amor.

 

El amor. Ahí está. 

Míralo.


Míralo.

 

Huele igual que las flores estivales. 

Un saturnal con guirnaldas.

Una herejía. El cielo. 

Un suicidio mayor no negociable.


Sigamos insistiendo.

 

El conflicto es el hombre – dijo Heráclito-

¿dónde residirá el problema atávico? 

preguntamos nosotros.

Morir, matar, amar, temer, partir. 

Los verbos irregulares.

¿Los verbos regulares? 

Mejor matar, mejor morir

en sazón y dignamente.

Amar la muerte.

Temer la vida.

Partir del mundo

con la conciencia tranquila.

 

Nada hemos conquistado con quedarnos 

a consumar los ritos ancestrales

para resistir este culto,

de sobrellevar nuestros nombres, 

el terco fenómeno existencial

el terco fenómeno existencial

de la nada.

 

La nada que se viene tras la muerte. 

La nada intrascendente, 

que es la vida que llevamos sin vivir

por fuerza de la costumbre.

 

 


Comentario

 

Comentario

 

 

 

(Cartas cruzadas con Mercedes Beroiz)

 

 

 

-Tu armonía conspira contra la derrota 

del aurea mediocritas.

Se eleva como esos directores de orquesta 

que han olvidado en el vestuario el bisoñé.

En lo sucesivo dime como es 

andar por la vida como tú, 

despeluznada,

luciendo la cabeza al cero. 

En qué catálogo aparecen 

las señoras del barrio,

con batón,

preocupadas por los cuernos 

del cuñado.


-No sé si te conté, paisana lejos, 

que me aqueja el remordimiento

de no haber vivido el tiempo suficiente. 

Tantos libros de cuentos.

La novela del hombre que buscaba 

un espacio en la luz,

un intersticio,

romper aquel silencio de ser pobre, 

abrir un ventanal

para escaparse,

poner cien holandesas en un díptico 

y arder en la madera de los cócteles.

Daiquiri, Molotov y Margarita

en la pulsión de regias embajadas.

 

A mí que soy reticente sobre

si aceptar invitaciones a cenas, 

por temor de no poder devolverles 

la ofrenda consabida, 

se me ocurren muchas cosas

cuando viajo al teclado y me enmaraño, 

y acabo por decir estupideces

en la penumbra

porque el Arte es gratis.


Se me escapan los años 

y el Alzheimer

seguirá haciendo estragos en mi lengua.


 

Índice - De dragones y miserias - tapa del libro

  Índice 7 - Como un prólogo 9 - De dragones y miserias 11- Desertores del sistema 13 - Amantes del absurdo 14 - Desvaríos a la hora del t...